Aquella tarde un anciano se me acerco, me miro directamente y me llamo de mi nombre... me pregunto qué hacia ahí, no supe que decirle, como explicarle que me había perdido, como contarle que había empezado a caminar sin saber donde iba; se dio cuenta que estaba perdido, me entrego un libro antiguo, viejo y maltratado; me pidió que termine de escribir nuestra historia, porque el ya no podía hacerlo y que era mi turno; mientras miraba el libro el anciano se alejo de mi, inmóvil ahí solo pude susurrar, lo que tu digas abuelo...
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